Banca Privada: Las Carteras Modelo frente a los Fondos de Fondos
En un mundo donde la sofisticación financiera y la personalización cobran cada vez más importancia, los asesores financieros y gestores de activos encuentran en las carteras modelo un recurso valioso, desplazando a los tradicionales fondos de fondos (FoFs). La evolución de las preferencias no es caprichosa; responde a una demanda del mercado por soluciones que combinen eficiencia, control de costos y, sobre todo, un grado de personalización que permita a los asesores tener una intervención significativa en las estrategias de inversión de sus clientes. Pero, ¿qué está detrás de esta tendencia hacia las carteras modelo y por qué están capturando la atención de tantos expertos financieros?
Los datos recientes de The Cerulli Report-U.S. Product Development 2024 ofrecen una clara radiografía de este cambio. Según el informe, el 61% de los asesores financieros planea priorizar las carteras modelo sobre los FoFs, mientras que solo un modesto 8% de estos profesionales prevé aumentar el uso de FoFs en el futuro. Esta estadística refleja un cambio notable en el sector, particularmente en cómo los asesores perciben la relación entre el costo y el valor que los FoFs ofrecen en comparación con las carteras modelo. En general, los asesores que se enfocan en clientes con activos invertibles moderados han preferido los FoFs como una alternativa accesible. Sin embargo, una creciente insatisfacción con las comisiones asociadas a los FoFs y las limitaciones en la personalización están inclinando la balanza hacia soluciones más flexibles.
La esencia de esta transición reside en la capacidad de las carteras modelo para proporcionar un grado de personalización sin los costos generalmente asociados a una estrategia de gestión activa. Mientras los FoFs han sido populares para estrategias diversificadas, las carteras modelo ofrecen a los asesores un control y una autonomía que los FoFs simplemente no pueden igualar. Además, como explica Matt Apkarian, director asociado de Cerulli, los FoFs están cada vez más en conflicto con la propuesta de valor de los asesores, quienes buscan reforzar su rol como gestores activos de las carteras de sus clientes, no simplemente como intermediarios de estrategias preestablecidas.
Los FoFs, por su naturaleza, suelen empaquetar varias inversiones en un solo fondo, lo cual facilita el acceso a una diversidad de activos sin requerir una gestión directa intensiva por parte del asesor. Sin embargo, esta estructura presenta barreras cuando se comparan sus costos operativos con el valor percibido por los clientes. Los gastos asociados a los FoFs no solo incluyen las comisiones de gestión del propio fondo, sino también las comisiones de los fondos subyacentes, lo que inevitablemente dispara los ratios de gasto en un contexto donde cada vez más clientes exigen transparencia y control sobre los costos de inversión. Esta barrera de costos limita la disponibilidad de los FoFs en los canales preferidos de distribución y aleja a los asesores que buscan eficiencia.
Para los wealth managers como nosotros, la personalización es clave en la gestión de patrimonios y, al percibir que los FoFs invaden esta propuesta, optan por alternativas que refuercen su control y su capacidad de personalizar. Las carteras modelo, que pueden ser construidas y ajustadas a través de las oficinas centrales de los wealth managers o por los propios asesores, crean una oportunidad para que cada cliente sienta que su portafolio responde a una estrategia individualizada, en lugar de seguir el camino de un producto empaquetado. Aquí yace una ventaja significativa: al evitar una estructura de FoF, los asesores se aseguran de que los costos adicionales no empañen la percepción de valor de sus clientes.
Un aspecto crucial de este cambio también radica en la evolución de las plataformas de gestión y distribución de activos. En su esencia, los FoFs se diseñaron pensando en planes de jubilación como los 401(k) de Estados Unidos, donde la estructura y simplicidad que ofrecen resulta ideal. Sin embargo, fuera de este nicho específico, los FoFs pierden terreno frente a carteras modelo que permiten a los asesores adaptar rápidamente las asignaciones de activos según las condiciones del mercado o los objetivos cambiantes de sus clientes. Esta flexibilidad es inigualable, y con plataformas tecnológicas avanzadas que soportan esta personalización sin incurrir en costos elevados, la preferencia por las carteras modelo se vuelve clara.
La evolución de las preferencias en el sector financiero suele estar guiada por la búsqueda de soluciones más eficientes y alineadas con las expectativas del cliente. En este contexto, los asesores financieros no solo priorizan el costo, sino también el valor percibido y la posibilidad de reforzar su rol activo en la gestión de las inversiones. Las carteras modelo, por tanto, representan no solo una herramienta de inversión, sino también un cambio en la filosofía de cómo los asesores buscan construir y consolidar la confianza de sus clientes, al ofrecerles estrategias personalizadas y transparentes que los FoFs, con sus barreras de costo y estructura, no pueden igualar.
Para cualquier asesor de inversiones, mantenerse a la vanguardia es crucial en un entorno donde los clientes son cada vez más conscientes y exigentes. La transición hacia las carteras modelo es un reflejo de este compromiso con el cliente, ofreciendo soluciones que, además de rentabilidad, generan una relación de confianza y refuerzan el rol del asesor como un verdadero arquitecto de estrategias financieras personalizadas.