¿Qué es y por qué es tan importante la asesoría financiera?
La asesoría financiera es, en esencia, una guía personalizada para tomar decisiones informadas sobre el uso y crecimiento del dinero, ayudando a las personas a cumplir objetivos específicos en distintas etapas de su vida. La función de un asesor financiero puede compararse con la de un entrenador personal, un nutricionista o un abogado: se trata de un profesional que ofrece una orientación a medida, adaptada a las circunstancias particulares de cada cliente. En lugar de enfocarse únicamente en las grandes inversiones o en los grandes patrimonios, un asesor se centra en que cualquier persona, sin importar su situación económica, logre una mayor estabilidad y bienestar financiero. En un mundo donde la oferta de productos financieros es extensa y a menudo confusa, la asesoría permite dar claridad y enfoque a las decisiones económicas.
Hoy en día, los consumidores se encuentran rodeados de múltiples opciones financieras: cuentas de ahorro, fondos mutuos, seguros, pensiones, y un largo etcétera. Cada una de estas opciones tiene sus características, niveles de riesgo y beneficios, lo que puede hacer que la elección se sienta abrumadora para quienes no están inmersos en el mundo de las finanzas. Aquí es donde un asesor financiero se convierte en un recurso fundamental. Su labor consiste en analizar detalladamente el perfil de su cliente y contrastarlo con el abanico de productos financieros disponibles, buscando una solución que se ajuste a las necesidades y objetivos individuales. De esta manera, el asesor se convierte en una especie de mediador entre el consumidor y el mercado financiero.
Jorge Torres, divulgador económico del BBVA, menciona que "la asesoría financiera consiste en lograr que el dinero trabaje para ganar más dinero, de la manera más eficiente posible". Esta eficiencia financiera no se limita a las grandes fortunas; cada persona, independientemente de su nivel de ingresos, puede beneficiarse de tener un plan económico bien definido. Pablo García Estévez, profesor de finanzas en CUNEF Universidad, complementa esta idea al describir la asesoría financiera como "un servicio de información, que recomienda y ofrece posibilidades, nunca obliga". Esta distinción es fundamental para entender el rol del asesor financiero: su tarea no es la de un broker que realiza transacciones en el mercado, sino la de un consultor que acompaña y aconseja. La asesoría financiera busca comprender la situación personal y financiera del cliente para, a partir de ahí, trazar una estrategia personalizada.
Muchos asocian la asesoría financiera únicamente con los grandes inversionistas, lo cual es un error. Torres y García Estévez coinciden en que este servicio es para todos, sin importar el nivel de ingresos. En sociedades como las de América Latina, donde la clase media es menos numerosa y la brecha entre ricos y pobres es más marcada, esta idea puede parecer aún más lejana; sin embargo, los beneficios de la asesoría son universales: un buen plan financiero puede significar la diferencia entre tener un respaldo económico para emergencias o vivir siempre al límite de los ingresos.
Un aspecto esencial que la asesoría financiera ayuda a entender es el impacto de la inflación. Torres ilustra este punto al mencionar que un ingreso de 1,000 euros bajo una inflación del 5% pierde poder adquisitivo y se convierte en 950 euros. Guardar el dinero en una cuenta de ahorros sin rendimiento apenas es suficiente para mantener el valor inicial de los fondos, y mucho menos para incrementarlo. Un asesor financiero puede orientar a sus clientes sobre estrategias para contrarrestar la inflación, como las inversiones en activos que, si bien pueden tener algún nivel de riesgo, también ofrecen un retorno que supera la depreciación monetaria.
El rol de un asesor financiero también incluye una función educativa. Con frecuencia, el asesor debe ayudar a sus clientes a entender conceptos básicos de finanzas personales, como la importancia de un fondo de emergencia o los beneficios de planificar para la jubilación. La educación financiera sigue siendo una asignatura pendiente, especialmente en países donde hablar de finanzas sigue siendo un tabú o asociado solo a los grandes patrimonios. Según la OCDE, los jóvenes que reciben educación financiera en casa tienden a tomar decisiones más informadas en su vida adulta. En Perú, la mayoría de los asesores financieros considera que la educación financiera de la población ha mejorado en los últimos años, pero el progreso es lento: el nivel general sigue sin alcanzar el ideal.
El camino hacia una mejor educación financiera y, por ende, hacia una mayor demanda de asesoría profesional comienza desde la infancia. Tanto Torres como García Estévez insisten en la importancia de incluir la educación financiera en los planes de estudio. Con conocimientos financieros básicos, las personas están mejor equipadas para manejar sus finanzas, entender conceptos como el ahorro, el endeudamiento y la inversión, y protegerse contra fraudes o estafas financieras.
La asesoría financiera representa un apoyo fundamental para que el dinero no solo mantenga su valor, sino que crezca de forma segura y alineada con los objetivos de vida de cada individuo. Aunque en muchos países aún es vista como un servicio opcional, el valor de contar con un buen asesor financiero debería considerarse como una inversión en bienestar y estabilidad. La asesoría financiera es, en última instancia, una herramienta para que cualquier persona, sin importar su nivel de ingresos, tenga la oportunidad de construir un futuro económico más seguro y estable.